La Economía de la Longevidad: Un Mercado en Expansión
Joe Coughlin, en su obra «The Longevity Economy», ofrece perspectivas agudas sobre la población envejeciente y cómo está transformando nuestra sociedad y economía. Con el aumento de la esperanza de vida, se está gestando una revolución económica que promete triplicar las contribuciones económicas del grupo de edad de 50 años o más, pasando de $8.3 billones en 2018 a $28.2 billones en las próximas décadas.
Un Nuevo Enfoque en el Mercado Laboral
El envejecimiento de la población no solo plantea desafíos, sino que también ofrece oportunidades de mercado que pueden ser estudiadas como casos de negocio. La inclusión de los trabajadores mayores no es solo una cuestión de responsabilidad social, sino una estrategia económica inteligente en un momento en que el desempleo se encuentra en un mínimo de más de 50 años, con cifras cercanas a récords bajos para trabajadores negros y latinos, y una recuperación acelerada de empleos en el sector manufacturero.
Conectividad Global y la Economía Digital
El informe «Global flows in a digital age: How trade, finance, people, and data connect the world economy» evalúa la red de interconexiones transfronterizas, destacando la importancia de integrar a los trabajadores mayores en un contexto globalizado y digitalizado. La economía de la longevidad no solo es el mercado más grande y de más rápido crecimiento en el mundo, sino que también representa una oportunidad de $22 billones que está cambiando la forma en que las empresas y las sociedades valoran a las personas mayores.
Este enfoque renovado en la demografía de más de 55 años como un activo económico esencial se refleja en las políticas de empleo y en las estrategias de mercado que buscan capitalizar la experiencia acumulada de estos trabajadores. La visión tradicional del retiro está siendo reemplazada por una nueva narrativa que valora la contribución continua de los trabajadores mayores a la economía y la sociedad.
La tendencia hacia una fuerza laboral más envejecida y activa no solo beneficia a la economía en términos cuantitativos, sino que también enriquece el tejido empresarial con diversidad de perspectivas y una ética de trabajo forjada a lo largo de los años. Las empresas que reconocen y se adaptan a esta realidad están mejor posicionadas para aprovechar las ventajas que ofrece la economía de la longevidad.