El gasto del consumidor impulsa la economía de EE.UU.
Los nuevos datos del Producto Interno Bruto (PIB) han revelado que la economía de Estados Unidos creció un 4.9% en el periodo de julio a septiembre, un ritmo de crecimiento que sorprende por su fortaleza. Este aumento se ha visto potenciado por el gasto robusto de los consumidores, quienes, a pesar de las tasas de interés elevadas, han seguido invirtiendo en una amplia gama de productos y servicios.
Según las proyecciones de economistas tradicionales, la presencia de excesivo dinero en circulación en la economía podría haber fomentado un gasto que continuaría impulsando la inflación. Sin embargo, los consumidores han mantenido una perspectiva optimista, lo que se refleja en el crecimiento real del gasto, que se prevé alcance un 2.7% en 2023.
Optimismo frente a la incertidumbre económica
Los resultados de la última Encuesta de Pulso del Consumidor en EE.UU. muestran que, aunque existe preocupación por el aumento de precios y la seguridad en el empleo, hay un sentimiento general de optimismo. Este estado de ánimo positivo se traduce en una continua apertura de carteras, con gastos en diversos sectores, incluyendo el entretenimiento y la cultura.
Proyecciones para el futuro del gasto del consumidor
El blog «The Real Economy» anticipa que el crecimiento en el gasto del consumidor se situará en un 1.8% para el año 2024, una cifra que, aunque menor a la de años anteriores, sigue demostrando la confianza de los consumidores en la economía. Esta tendencia es un indicador clave, ya que el gasto del consumidor representa aproximadamente dos tercios de la actividad económica en Estados Unidos.
La proyección más reciente de Blue Chip para el crecimiento en 2023 es positiva, con un 2.6%, reflejando la fortaleza en el gasto del consumidor. Este dato incorpora toda la información disponible hasta la fecha y es un reflejo de la confianza del mercado.
El gasto en bienes y servicios de los consumidores ha sido diversificado, incluyendo desde entradas para conciertos de artistas como Taylor Swift hasta productos de primera necesidad. Esta variedad en el consumo muestra la capacidad de adaptación de los estadounidenses ante diferentes escenarios económicos.